Desapercibido por nuestras vidas pasas.
Te nos haces invisible mas eres Luz.
De quién te quiere atrapar, escapas.
¡Yo te he encontrado! ¡Sé qué eres Tú!
¡Y te espero! ¡Persigo tu rastro!
Cuando el día emmudece me pongo en tensión…
¡Y te intuyo!
Ya las últimas sombras apuran sus pasos.
Se apagan los muros.
Se encienden los gatos.
El Cielo en estrellas se hace Canción.
Ya los cansancios atrapan almas.
Se cierran las puertas.
Se desperezan las sábanas.
Ya los colores se mezclan.
¡Y mi corazón se ensancha!
¡Te siento tan cerca!
¡Y llegas! ¡Me dejo atrapar!
¡Me enredo contigo!
¡Tu séquito ante mí se muestra!
Meciéndome el mar
tras los cristales tibios,
perdiendo de sus olas la cuenta.
Radiante y visceral,
la Luna me sabe a estíos
de Hierbabuena y Menta.
Mynoka entrega ya a la noche su cuerpo desnudo
y a mis ojos el pecado de su espalda.
Mis brazos serpentean por su Mundo
y en su nuca mi aliento descansa.
Nadie diría, al vernos juntos
que éramos dos sobre la cama.
El Todo congelado en un segundo.
¡Ese eres Tú, Instante! ¡Te esperaba!
¡Ese eres Tú! ¡Qué éxtasis de tí!
Efímero y eterno Instante
en el que a ella abrazado
ya no hay mañanas ni pasados.
Ni dolores ni equipaje.
Ni mentiras ni alianzas.
Ni números ni contratos.
Ni culpas ni disfraces.
Ni rimel ni pijamas.
¡Ese instante eres Tú!
¡Y en tí me duermo!
¡Tú ya eres mío!
Instante, ¡Tú ya eres Nuestro!
Cartas a Mynoka 